CIENTÍFICOS DESCUBRIERON LAS HUELLAS DE UN AVE GIGANTE EN RÍO NEGRO
8 enero, 2024
Fue en la costa de la provincia de Río Negro. Los investigadores encontraron huellas de un ave gigante que existió en la zona hace 8 millones de años. La zona corresponde a las Áreas Naturales Protegidas Punta Bermeja y Caleta de los Loros, Punta Mejillón y Pozo Salado.
“El descubrimiento lo realizó un guarda. Reconoció las huellas e incluso, por su gran tamaño, supuso que se trataban de huellas de aves’’, indicó Ricardo Melchor, investigador a cargo del estudio.
De acuerdo a los estudios realizados por geólogos y biólogos de la Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam) y el Instituto de Ciencias de la Tierra y Ambientales de la Pampa (CONICET-INCITAP), la zona de Pozo Salado, 8 millones de años atrás, era un ambiente desértico con dunas y numerosos lagos extensos que funcionaban como oasis, y donde concurría la fauna.
Cuando los científicos del CONICET acudieron al mismo lugar, encontraron que las huellas reportadas estaban cubiertas por entre veinte y treinta centímetros de arena. Debieron regresar luego de la marea alta y gracias a la ayuda de los guardas y un poblador local localizaron las huellas, las destaparon y limpiaron.
Luego tomaron cuatrocientas fotografías del conjunto de huellas y observaron las rocas sedimentarias que conforman la costa y acantilados donde se encuentran las huellas.
A partir de ese trabajo, descubrieron las huellas fósiles del ave en Pozo Salado, a las que denominaron con el nombre científico de Rionegrina pozosaladensis, y estimaron que procedían de un animal con un peso mínimo de 55 kilos. Tal como infirieron los científicos, Rionegrina se movió lentamente al momento de dejar las huellas estudiadas: probablemente habría abrevado en el lago.
“Las huellas analizadas muestran un gran dedo central y otro lateral, los que serían el apoyo principal. Tienen, a su vez, un dedo interno muy reducido y casi no se ve apoyos del talón. Estas características del pie indican marcadas adaptaciones para la carrera, es decir que corresponden a un ave corredora. Esto se complementa con una gran garra en el dedo interno, la cual creemos que llevaba elevada y sólo tocaba la tierra la punta de la misma”, manifestó Melchor.
El investigador agregó que “Rionegrina apoyaba mayormente dos dedos y eso lo diferencia de las huellas de ñandúes actuales y fósiles, que apoyaban tres». Afirmó que «otras aves actuales como las chuñas apoyan mayormente dos dedos, pero no se conocen como fósiles de un tamaño mayor a las actuales de 2 a 3 kilos, por lo que también se descartan como posibles productores».
De hecho, del ave predecesora, descubierta en Comallo, Río Negro, en 2007 por el técnico del CONICET Guillermo Aguirrezabala y nombrada Kelenken, sólo se conoce la cabeza, pero no sus patas. Sin embargo, Kelenken, que era un tanto más antiguo que Rionegrina, habría tenido un peso mucho mayor, posiblemente de más de 200 kilos. El estudio encabezado por Melchor concluyó que Kelenken no habría dejado estas huellas, debido a que serían mucho mayores que Rionegrina. Eso demuestra que la costa atlántica de la provincia de Río Negro aún tiene muchos otros secretos que descubrir y las investigaciones acerca de las huellas fósiles que contiene, continúan.
‘’En esta zona hay un conjunto de otras huellas de vertebrados y también signos de actividad de invertebrados, que asociadas al análisis de las rocas portadoras permiten reconstruir estas comunidades y la geografía del pasado. En particular, estas son las primeras huellas que pueden asignarse con cierta confianza al grupo de las aves’’, añadió el investigador.
En cuanto a su trabajo en el CONICET, Melchor comentó que ‘’estamos trabajando en la temática de icnología y sedimentología continental, la que incluye huellas fósiles, desde hace más de treinta años. Es una investigación básica que mejora el entendimiento de la evolución de este grupo de aves, así como las relaciones paleoecológicas para la época de formación de las mismas’’.